Satrapía
Qué desgracia; aunque estás hecho para trabajos bellos e importantes, ni estímulo ni éxito te depara el destino; ordinarias costumbres deberían arraigarte, ya la insignificancia, ya la desidia... Y qué terrible el día que cedas (el día en que claudiques y cedas), y te vayas a pie a Susa, y te dirijas a Artajerjes, el monarca, y éste, de favor, te depare un lugar en la corte, y aceptes con tristeza lo que nunca has deseado. Tu alma anhela otras cosas, llora por algo más: el elogio del pueblo y los sofistas, el inestimable "bien hecho" ganado con esfuerzo, el ágora, el teatro y los laureles... ¿Cómo podría Artajerjes darte estas cosas? ¿Encontrarás lo que amas en una satrapía? Y... sin eso que amas, ¿qué vida llevarías...?
A. 1911
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