Caminamos por los campos todo el día con las mujeres los soles y nuestros perros jugamos cantamos bebimos agua fresca conforme brotaba de los siglos. En la tarde nos sentamos un momento y nos miramos profundamente a los ojos una mariposa voló a nuestros pechos era más blanca que la pequeña y blanca rama de la punta de nuestros sueños sabíamos que no habría de apagarse jamás y que no recordaba en absoluto cuántos gusanitos arrastraba. En la noche encendimos fuego y cantábamos dando vueltas alrededor: Fuego hermoso fuego no te entristezcas por la leña Fuego hermoso fuego no te conviertas en ceniza Fuego hermoso fuego quémanos adivina nuestro destino. Nosotros adivinamos el destino y lo tomamos de la mano miramos sus ojos que nos devuelven la mirada y si eso es lo que nos embriaga lo consideramos un imán y si eso es lo que nos duele lo hemos soportado como un mal nosotros adivinamos el destino y seguimos adelante y saludamos a sus pájaros que emigran. Somos de un buen linaje.
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