Derrama luz en el aceite y luz en el pecho la palestra del alma no es un pacífico rincón la suerte adquiere la extraña apariencia de maga del sol baila para la primavera y el vértigo de mayo en el embravecido mar de camomilas rasga el tiempo abre totalmente las hojas del encinar tanto que el corazón del que implora se le oprime sus rosas lanzan espinas a los hastiados sus rosas huelen a eternidad sus rosas se esconden en los nervios sangre honesta que clama venganza. Derrama luz en el aceite horada la densa nube preñada donde se estremece el repiquetear de la lluvia el almendro lavado se abre resplandeciente los niños se derraman por los campos sus voces ya no son retazos son polícromas velas donde el águila eleve su victoria.
|