Apenas brote inapreciado y ya amenaza a la abeja el viento encuentra un compañero de follaje ondeante la tierra firme flota oscilante en la espuma de las hojas las zarzamoras despliegan las velas la última travesía se parece a la primera. Oh que se rompan las piedras y se doblen los hierros iracundos que llegue la espuma hasta el corazón nublando los fieros ojos que el recuerdo se convierta en una ramita de yerbabuena inmarcesible y que anclen los vientos festivos en su raíz. Que ahí bajemos la frente que estén cerca nuestras cosas resplandecientes en la primera generosidad del anhelo que esté alabando cada lengua la bondad del día que el palpitar de la tierra esté resonando cada día dentro de las venas.
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