Poema
Soy anónima arena, piedra, cactus, palabra, pero amigos —tres o cuatro—, suban las escaleras, no sean ceremoniosos, abran las puertas, de par en par las ventanas, sírvanse vino de Madera y disculpen la sobriedad de los muebles y los gestos: muero mañana. Alguno con la muerte, carga secretos y las manos llenas de sangre, de dinero: yo no. Alguno con la muerte, inventa dialectos que justifican frustraciones: yo no. Alguno con la muerte, interrumpe el fabulario: yo no. Oh, morir de amor, de amibas, ambarino, embajador y de amargura, entre un auto deshecho, de infarto, de ajenjo, esdrújulo, ¡apuñalado por el marido de la amante! Amor, amar, vivir, amar el amor, amar la vida, y silbar, en el destierro de las madrugadas fragmentos de melodías que me quedaron de otra existencia. Desde la terraza miraremos la luna, de bruces, sobre el mar. ¿Y por cuánto tiempo? ¿Arena de qué playa, piedra de qué peñasco, cactus de qué soledad, palabra de qué vivencia?
1956
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