Presentación
Las palabras del traductor suelen ser disculpas redondas, alafias y/o explicaciones encadenas dentro de un sistema defensivo propio para encaminar de cierto modo la opinión del lector. Yo no acostumbro juzgarme a mí mismo: tengo aversión por la alabanza disfrazada de crítica —esa ciencia tan aguda y justa como subjetiva e inexacta— y es por esto que no voy a decir cómo traduje los poemas que siguen, sino por qué los traduje. La traducción de estos poemas la realicé porque son de Lucian Blaga, y porque Lucian Blaga es (yo no tengo duda de ello) uno de los más grandes poetas europeos de la primera mitad del siglo xx. Los traduje porque Lucian Blaga es prácticamente desconocido fuera de las tierras rumanas, y porque alguien tenía que empezar, y como nadie lo hacía, lo hice yo. Ese gran desconocimiento o ignorancia (y no ignorancia rumana) no es, de algún modo, culpa de nadie: por haberse afirmado tarde, como toda nuestra cultura, la poesía rumana nunca se preocupó por el reconocimiento ajeno. Una muy directa y siempre eficaz comunicación con su ambiente, con el espíritu del pueblo rumano, fue y sigue siendo la máxima aspiración de la poesía rumana. Lucian Blaga (1895-1961) tenía que cumplir con esta exigencia, y puedo decir que lo ha cumplido como nadie: filósofo y biólogo graduado por la Universidad de Viena, hubiera podido traducirse a sí mismo por lo menos en cinco idiomas europeos que dominaba a la perfección y no lo hizo. En cambio, tradujo al rumano una cantidad impresionante de poesía, sobre todo francesa, alemana —suya es la mejor versión del Fausto—, italiana, inglesa y portuguesa. Y nos ha dejado su gran poesía —más de 15 libros—, su teatro —un teatro lleno de leyendas y mitos— y una obra filosófica sin par: tres grandes trilogías —del conocimiento, de los valores y de la cultura— además de sus trabajos científicos. Desde luego, no es éste el lugar, ni el momento oportuno, para hablar de toda esta obra. Además, mi intención es dejar opinar al lector. Descubrirá dentro de estos poemas una extraña espontaneidad mitológica, un alto vivir sensible tanto al misterio como a la realidad inmediata, un espacio poético vertical descifrable en todo su discurso. Descubrirá también una lágrima antigua, una voz plañidera, una fábula, las huellas de un villancico, una estrella vagabunda por cielos inexistentes. Todo esto representa el universo poético de Lucian Blaga. Para ponerlo en movimiento, Blaga hará uso de todos los instrumentos estéticos posibles, pero sobre todo de la metáfora, de una manera muy suya en cuanto al dominio de la palabra: una manera dentro de la cual se pierde la rigidez socrática y gana la fluidez propia de la vida misma. ¡Ojalá que el lector, al descubrir esta poesía, tenga la misma emoción que yo al descubrir la antigua hermosura de Palenque!
Darío NovÂceanu
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