El sol ibérico
Soy hombre de bosque y me gusta la hoja. Pero en la selva de pinos de Estéril, bajo el sol tórrido, ninguna sombra encuentras para defenderte de los rayos. Allí los manantiales no se abren. Aventados por los molinos de viento los olores quemantes matan. Me ilusiono un instante con el océano que se ve en el horizonte, pero el agua tampoco tiene sombra para cubrir mi corazón enfermo. Para cubrir mi corazón enfermo añoro las caricias húmedas del rocío, las caricias gloriosas de Valaquia, espesa y ancha, refrescante colina.
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