Melancolía
Un errabundo viento borra sus lágrimas frías en los cristales. Llueve. Inquietantes tristezas me llegan, pero todo el dolor que siento no lo siento en mí, en el corazón, en el pecho, sino en las gotas pasajeras de la lluvia. Injertado a mi ser el inmenso mundo con su otoño y su crepúsculo me duele como una llaga. Hacia las peñas pasan las nubes de rebosantes ubres. Y llueve.
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