Centellean los rieles pero nadie piensa en viajar. De la sidrería viene olor a manzanas recién molidas. Sabemos que nunca estaremos solos mientras haya un puñado de tierra fresca. La llovizna es una oveja compasiva lamiendo las heridas hechas por el viento de invierno La sangre de las manzanas ilumina la sidrería. Desaparece la linterna roja del último carro del tren. Los vagabundos duermen a la sombra de los tilos. A nosotros nos basta mirar un puñado de tierra en nuestras manos. Es bueno beber un vaso de cerveza para prolongar la tarde. Recordar el centelleo de los rieles. Recordar la tristeza dormida como una vieja sirvienta en un rincón de la casa. Contarles a los amigos desaparecidos que afuera llueve en voz baja y tener en las manos un puñado de tierra fresca.
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