Eres el único habitante de una isla que sólo tú conoces, rodeada del oleaje del viento y del silencio rozado apenas por las alas de una lechuza. Ves un arado roto y una trilladora cuyo esqueleto permite un último relumbre del sol. Ves al verano convertido en un espantapájaros cuyas pesadillas angustian los sembrados. Ves la acequia en cuyo fondo tu amigo desaparecido toma el barco de papel que echaste a navegar. Ves al pueblo y los campos extendidos como las páginas del silabario donde un día sabrás que leíste la historia de la felicidad. El almacenero sale a cerrar los postigos. Las hijas del granjero encierran las gallinas. Ojos de extraños peces miran amenazantes desde el cielo. Hay que volver a tierra. Tu perro viene a saltos a encontrarte Tu isla se hunde en el mar de la noche.
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