Altas, en el poco cielo de la calle, juegan dos mariposas amarillas, crean sobre el seriado semáforo un imprevisto espacio, luz libre hacia lo alto, luz que nadie ha mirado, a nada obliga. Proponen la distracción terrestre, llaman hacia un paraje —¿paralogismo o paraíso?— donde sin duda volveríamos a merecer un cielo, mariposas.
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