Aún sigue siendo así: icáricos, caedizos y respectivo mar uno del otro. Desde las barcas y las plantaciones trasmiten partes de rescoldo último, doblan señales de pasión y muerte los exentos, y fervorosamente huyen del aire altivo de la quema. Los que allá siguen gravitando aducen sus propias leyes, su sagrado fuego, tocan intactos su certeza y ríen.
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