Pez
Entre gritos, balbuceos extáticos, chillidos de trompetas, golpes en cacerolas y tambores La suma protesta era guardar la medida. Pero la simple voz humana perdía su derecho Y era como un abrir del hocico del pez detrás de la pared del acuario. Acepté mi destino. No obstante, era sólo un hombre, Es decir, sufría dirigiéndome hacia los seres parecidos a mí.
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