Atravesando la calle de Descartes
Atravesando la calle de Descartes Bajaba yo hacia el Sena, un bárbaro joven de viaje, Intimidado con la llegada a la capital del mundo. Fuimos muchos, de Iasi y de Kolozsvár, de Vilna y de Bucarest, de Saigón Y de Marrakesh, Con vergüenza recordando las costumbres domésticas De las que no se debía hablar aquí a nadie: Palmadas para llamar a la servidumbre, llegan corriendo las criadas descalzas, Repartición de los alimentos con los encantos, Rezos en coro celebrados por los amos y los criados. Dejé los sombríos distritos. Entraba en lo universal, admirando, deseando. Después muchos de Iasi y de Kolozsvár, o de Saigón, o de Marrakesh Fueron matados porque querían abolir las costumbres domésticas. Después sus colegas tomaban el poder Para matar en nombre de las hermosas ideas universales. Mientras tanto de acuerdo con su naturaleza se comportaba la ciudad, Con una risa gutural resonando en las oscuridades, Cociendo largos panes y vertiendo el vino a los cántaros de barro, Comprando en los mercados pescado, limones y ajos. Indiferente al honor y la deshonra y la grandeza y la gloria, Porque todo aquello ya fue y se convirtió En monumentos que representaban no se sabe a quien, En arias poco audibles o en giros de lenguaje. Apoyo de nuevo mis codos sobre el áspero granito de la orilla Como si hubiera regresado de un viaje por los países subterráneos Y en la luz viera de repente la rueda de las estaciones girando Donde han caído los imperios y los que vivían han muerto. Y ya no existe ni aquí ni en otro sitio la capital del mundo. Y a todas las costumbres abolidas les han devuelto su buena reputación. Y ya sé que el tiempo de las generaciones humanas es diferente del tiempo de la tierra. Y de mis pecados mortales el que mejor recuerdo es uno: Como pasando una vez por el sendero en el bosque, cerca del arroyo, Arrojé una gran piedra sobre la serpiente acuática enroscada en la hierba. Y lo que me sucedió en la vida era un justo castigo Que más temprano o más tarde alcanza a quien rompe la prohibición.
1980, París
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