Y experimentaste, sin embargo, las llamas infernales. Podrías hasta decir cómo son: reales. Acabadas con garfios para desgarrar la carne, Por pedazos, hasta el hueso. Ibas por la calle Y seguía la tortura, el desangramiento, la azotaina. Recuerdas luego no dudas. Por cierto que existe el Infierno.