Page 40 of 41
Ubicua |
Adolescente aún niña, por la calle, quizá con las uñas algo sucias; joven tan a menudo tan mediana; o en treintas, taciturna, toda mirada móvil por una fiebre seca de códice borroso— pero que duerma sola y en su cuarto (¿no va uno a poner las condiciones?): vivirla cama adentro, sin hablar, el embozo en los labios, que huele a su saliva; haya luz suficiente. —No; ni aun tocarla. Mirar sólo en torno, la falda dejada con afición o el pantalón calamitoso aventado a una esquina. Volver los ojos, vigilarla aquí al lado en lo más suyo: está y yo no la conozco. Justipreciar la lámpara patética o discreta (y luego su perfil: como el que espía lo que lee un compañero de trayecto —y en el acto le escruta el rostro, ¿para qué?), tranquilidad cardinal en la cortina, el florero decente o un escalofriante conejito con cara de niño, de loza —ése, sí, ése. Largo rato. Muy cerca. Paralelos, en tanto menstrua, se adormila, pasará el primer frío con sólo estar tan quietos que apenas vibre la espada de mercurio entrepuesta. Respirando pausado, profundo, a mis anchas; a mis inmensas anchas. |
|