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Hueledenoche |
Terrestre la noche abierta en tantos lagos redondos
(comparten sin saberlo las cosas del cielo) y ahora también, de pronto, en esa flor de las afueras, esa flor hecha casi de aire, aroma sólo y que tal vez no existe —o es la vocal más honda, ya silencio; es un monarca débil recorriendo a tientas la quietud de su reino amenazado —carencias del idioma y erosiones despacio, escándalo del sueño cuando el pezón despierta en la punta de la lengua bajo su túnica de pétalo marchito. Ante las fronteras pernocta el mar y por su piel salada discurren ciertos signos, dédalos de algas pardas. Cosas son de lo oscuro. |
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