¿Se casará Castelar con la señora de Rute? Tal cosa es la que discute la prensa peninsular. Esta señora traviesa del matrimonio ya abusa y es española y francesa… y creo que princesa rusa. Tres maridos ha enterrado y todos dicen al verla: —Pero señor esta perla ¡cuántas veces ha enviudado! Enviuda por la mañana, por la tarde, por la noche, a pie, a caballo y en coche… cuando se le da la gana. ¡Don Emilio…! Un varón que por sus muchos quehaceres no ha tenido la ocasión de tratar a las mujeres…! ¡Un hombre que toma a pasto cierta infusión deachicoria y está escribiendo la historia del rey don Alfonso el Casto! Como a los cincuenta inviernos había al fin de enamorarse quien, si tocan a casarse, siempre ha dicho: ¡Cuernos cuernos! Tal invención, Monaguillo, es invención del demonio o si no, de don Antonio Cánovas y del Castillo! Él se casó… no hizo mal, tiene posición, tupé, y sobre todo, con qué... Porque eso es lo principal. Pero a Castelar, ni Emilia Pardo Bazán lo atrapa, se hará padre, será Papá, ¡nunca padre de familia! Sin embargo, a fuer de viejo, por cariño a don Emilio le voy a dar un concilio... Quiero decir un consejo. Castelar, no hay que casarse con madama Ratazzi, ¡Mejor con la Calderazzi! ¡Eso es mejor, Castelar!
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* El Universal, 19-10-1890. Firmado: El Cura de Jalatlaco. Fuente: Contreras García, Irma, Indagaciones sobre Gutiérrez Nájera, México, 1957, pp. 137-139.
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