Lirio que vierte con galano orgullo Las blancas perlas que lloró el rocío, Cuando doblega su gentil capullo Lánguido y frío. Botón que ostenta de fragancia lleno La blanca copa de color preciada, Casta violeta que crió en su seno Célica fada. Blanca paloma de los indios lares Luciendo al aura la gallarda pluma, Como en las ondas de revueltos mares Cándida espuma. Tú que te meces en sonante río Como el vapor que de su seno brota, Tú que semejas del sutil rocío Diáfana gota. Ven, ven a mí con tu inocente risa, Con tu amorosa y virginal mirada, Y al murmurar de la naciente brisa Óyeme, fada. He descubierto a nuestro amor, mi vida, Aquí en la soledad del bosque umbrío, A las orillas del callado río, Gruta escondida. Cíñenla en torno plácidas campiñas Do crecen blancas y purpúreas rosas, Jardines de azucenas olorosas, Fértiles viñas. Aquí es más bello el luminar del día, Dulce placer al corazón encanta, Suena la brisa y la paloma canta… ¡Ven, vida mía! Adondequiera un manantial que brota Y no hay rumor que su sonido iguale, Que de la peña cristalino sale Gota por gota. Y alrededor de la escondida gruta, Donde en mis sueños de placer te llamo, Ya nos espera en el fragante ramo Dúlcida fruta. Escucharemos en las verdes lomas De tiernas aves el clamor sentido, Y prenderemos en su bello nido Blancas palomas. Tu voz me embriaga y tus miradas sigo; Ya no le temo al huracán airado, Ni a la tormenta que arrasara el prado Temo contigo. Al adornarte con la flor lozana Su brillo apaga y relucir no quiere Porque conoce que en tu sien galana Pálida muere. Dos lirios son nuestras sensibles almas Que el manso viento de la noche mueve… Ven, tú que imitas con tu tallo leve Lánguidas palmas. Ven tú que calmas todas mis congojas Y a bellos mundos de placer me encumbras, Lindo cocuyo que temblando alumbras Entre las hojas. Ocultos estarán nuestros amores En esta gruta do el placer anida, Nos basta aquí para vivir, mi vida, Aves y flores. Oír los votos de tu amor me basta, Nunca dejemos nuestro hogar, bien mío, Aquí muramos al rumor del río, Tórtola casta. Aquí, mi bien, en silenciosa calma Tu voz escuche por la vez postrera, Aquí en tus brazos amorosos muera Bajo la palma. Aquí al morir en la enramada umbría El néctar beba de tus labios rojos Y el sol me alumbre de tus negros ojos… ¡Ven, vida mía!
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* Correo Germánico, 12-9-1876. Firmado: Manuel Gutiérrez Nájera. Fuente: Carter, Boyd G.: Manuel Gutiérrez Nájera. Estudios y escritos inéditos, México, 1956, pp. 81-83.
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