Entra, gran Expectante, al infinito reposo de la muerte: aparejada la góndola de ébano sombría espera quieta al pálido viajero: callan las ondas y la noche es fría… ¡Entra y reposa en paz, buen caballero! Jamás viril como los grandes héroes domadores audaces del destino, con el acero de la noble espada a tu ambición abristes el camino. Vástago enfermo de pujante estirpe, nunca tomastes el guerrero casco y fue tu vida silenciosa y sola, el esfuerzo impotente de la ola que se estrella gimiendo en el peñasco. Tu reino estaba en la región del sueño ..............................................................
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*1883. Cuaderno manuscrito de Manuel Gutiérrez Nájera. Fuente: Gutiérrez Nájera, Margarita, Reflejo, México, 1960, pp. 207-208.
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