Prólogo, a las puertas del paraíso
—La promesa— El prólogo de las Vírgenes se terminó en una noche. Dios, sin tinta ni papel, le dió cuerpo cimbreante de voces, y todos sus caracteres de fuego tres veces joven quedaron en la serpiente y dos malogrados dioses. Porque podéis, si queréis, comprender, aguas salobres, repasad, a los principios, el cómo, el cuándo y el dónde.
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