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Terrible, poderosa, como el agua dinámica. El agua que despierta de sus sueños de hada y repentinamente su timbre de voz cambia. Eres Tú la tormenta de Dios y la borrasca. El rayo de los cielos en un cabello arrancas. Al abismo se arrojan los vientos en manada. Tocas el hondo piélago, y sus nervios estallan. Naufraga la galera herética y pirata. De superiores diques inclinas la balanza. Endurecidos montes su corazón ablandan. Tus cuentas de granizo flagelan sus espaldas. Se doblegan los pinos de testas coronadas. En sesión borrascosa aprueban tu palabra. Las furias del torrente desbordan de su jaula. Y cuando pacificas la destructora máquina, al fondo de los cielos, como la luna impávida, te sigue con estrellas la noche a tus espaldas.
(De Cristo y María)
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