Elegía última
Todo es igual, remedo de sí mismo, desasosiego y aflicción de espíritu. Persecución, proyecto que no acaba su interminable secreción de seda. El sol que por momentos nos alumbra o nos incendia esplendorosamente, encerrados en círculos de fuego. La estrella que nos hiende sus agujas y de su luz y de su cruz más alta deja caer su inagotable gota. Los hombres que se apagan y sus nombres que van sin exhalar ni una queja a ocupar sus nocturnas hornacinas. Sino de luz en luz, de sombra en sombra, ir a la desaparición final.
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