Y en pos de ti
Inescrutable y puro, por hallarte de veras, ¡oh Señor! ando en busca de tus afinidades. De no verte se sigue, oh Señor, no buscarte; me supongo a tu sombra sin más indagaciones. Ese valle da paños verdes que pisan simples animales, nacidos en ello. ¿No eras Tú? Esa voz deslizada que pregona entre orillas una finalidad sonriente. ¿No eras Tú? En los campos. Empero, en las ciudades, hechas de puro afán caduco y llanto. ¿No eras Tú? Allí donde agoniza en un vaso funesto la formalidad última de la flor. ¿No eras Tú? Donde apenas se salve la esencia de tu rostro, la noción de tu risa delicada… Te busco.
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