Las vírgenes del sueño
Las vírgenes arrastran una sombra, habitan una sombra. No podrían arrastrar otra cosa. Las vírgenes sin esclavinas llevan contorno de fluidos, galvanizada sombra. Pero ya nimbo, sombra misma, la sombra de su sombra: cosa limpia. * * * Pasan de vez en cuando, tangentes de la rosa y el querube, por un relieve de celistias. Medrosas de hacer hasta en el aire heridas. Etéreas, espíceas, apacentando greyes de neblinas. Otro es el sol. Ese gran sol de luz de seda apresante de redes inconsútiles. Otra es la flor. Esa flor imantada sin tallos y sin clorofilas. Iguales son las horas, y la clepsidra es otra. * * * Aunque ciegos, ¡miradlas! Todos los ojos tienen telarañas, pero las adivinan.
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