Ifigenia fue arrebatada de la zarza ardiente
Verte para quererte es a poder quererte sin mirarte, como poder hallarte quebrada en los espejos de la muerte. Callar y bendecirte es a tender un puente de llorarte, como saber fijarte en las orillas diáfanas de huirte. Cantar y disolverte es a romper el hilo de alargarte, como erguirte, afinarte en sus violines áridos la muerte. Por eso vengo a verte entre los laberintos de olvidarte, de todo despojarte, menos de la delicia de perderte. Pensar que has de morirte, tras de mi pensamiento eternizarte, arder, no consumirte, siempre que yo no muera de pensarte.
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