Material de Lectura

Teofanía III

 

Ya rompí las cadenas
de tanta servidumbre;
pero de tan sedosas telarañas,
que a su prisión odiosa
yo le otorgaba nombres lisonjeros.

Ya la voz acallé
que al oído epicúreo
en cestillos de céfiros venía,
de las organilleras avecillas
y de los bosquecillos de baladas.

Porque Tú eres mi páramo,
mi cactus tenebroso
y el viento que me arrasa.